jueves, 19 de abril de 2007

HOMBRES ENFADADOS


Desde hace poco más de una década en el estado español han surgido diversas asociaciones para defender los derechos de los padres. Son organizaciones consolidadas que basan su acción en el cabildeo, la relación directa con los representantes políticos dirigida a forzar reformas legales en determinado sentido. Normalmente están formadas por hombres heterosexuales de entre 35 y 55 años, aunque también hay algunas mujeres (esto sirve solo para hablar de asociaciones de “padres y madres”, una preocupación por el igualitarismo verbal paradójica, puesto que es el único masculino/femenino que aparece con normalidad en las webs de estas organizaciones). En otros estados surgen antes organizaciones similares, pero aquí tardaron más, pues también tardó la despenalización del adulterio (78) o la ley del divorcio (81). Desde que se promulgaran esas leyes los jueces han tendido a conceder “la guarda y custodia” de las hijas e hijos a la madre, junto a pensiones alimenticias, muy a menudo la antigua residencia familiar, etc.


Ese proceso de separación acompañado de la pérdida de la custodia, imposición de gravosas condiciones económicas, etc. ha sido experimentado por muchos hombres como un profundo agravio. El tener acceso restringido a “sus hijos”, la marcha de lo que había sido “su hogar”, la pérdida de cualquier poder sobre “su ex-mujer” es una experiencia que en muchos casos se vive como una perdida de estatus, una agresión a la masculinidad, a la virilidad. En palabras extraídas de una web del palo, el hombre sometido a ese proceso es una figura patética, despojada de sus derechos y su dignidad, que se aleja con la maleta y lo puesto.

Actualmente se pone en duda que ese sistema de resolver conflictos matrimoniales sea un modelo a seguir. Sin embargo, según afirman diferentes especialistas en psicología, para niñas y niños no supone ningún trauma criarse con uno solo de los progenitores, siempre y cuando atienda su responsabilidad. Los problemas psicológicos de la niña o niño estarían más relacionados con los conflictos entre los ex-cónyuges a los que sus progenitores arrastran con mucha frecuencia. De aquí que la custodia compartida no aporte nada positivo si no es algo pactado entre las dos partes. La resolución pactada de los conflictos se estima en la mayor parte de los casos como la salida ideal, pero no es algo que reivindiquen las asociaciones pro derecho de los padres.

Al contrario, desde hace algunos años las reivindicaciones de las asociaciones de padres separados se centran en la custodia compartida, no solo como un derecho del padre, sino también por algo mucho más elevado, los derechos del “hijo”. A la hora de argumentar esta posición se recurre a argumentos en ocasiones demasiado pintorescos. Se habla con frecuencia de discriminación sexual, algo que así en abstracto es radicalmente cierto, pero que desarrollado se desvela como una inflamada verdad a medias.

Se denuncia la anticonstitucionalidad de determinadas leyes que discriminan positivamente a la mujer llegándose a posturas en las que se victimaza al hombre. Se insiste en esa idea de desigualdad legal que destruiría los derechos del varón. Se habla de atraso y para calificar a la legislación denostada se habla de “propia de países no civilizados”. Se habla también de orfandad cuando no se concede la custodia compartida. Se llega a apelar al orden tradicional de la sociedad, a la “ley natural”, etc.

La violencia de género es un tópico muy importante en la formación de identidad y de consensos ideológicos de estas asociaciones. En primer lugar hay que decir que la mayor parte de estas asociaciones están en contra de la violencia de género, como no podría ser de otro modo. Incluso en algunos casos acuden a manifestaciones o actos públicos contra la violencia de género.



Manifestación por la Custodia Compartida. Color verde, como los lazos que defienden sus reivindicaciones. En muchas manifestaciones hay mujeres, no solo madres del padres separado, siempre cerca de la cabecera.
Sin embargo es una preocupación hipócrita pues según su particular forma de ver las cosas son ellos las víctimas de todo esto. Solo hay que buscar las noticias publicadas en las webs de asociaciones de padres para advertir su interés enfermizo para equiparar la violencia de género con la que eventualmente pueden sufrir algunos hombres heterosexuales por parte de sus parejas. Solo hay una noticia que les guste más que la violencia que sufren por parte del estado usurpado por las feministas o en manos de pérfidas mujeres: las noticias de denuncias falsas efectuadas por mujeres. Sin olvidar noticias sobre maltrato infantil ejercido por madres -son maaalas-. En efecto, si hace unos años se decía sin miedo que las mujeres son a veces peores pero que su violencia es psicológica (podrían decir telúrica ya puestos), hoy ya hay profesores y conferenciantes dispuestos a decir que las mujeres ejercen igual o incluso más violencia contra sus parejas heterosexuales. Lo mejor de todo es que los artículos en muchos casos se apoyan en supuestos estudios, se acompañan de porcentajes, denuncian la hostilidad social, el ambiente de obsesión por la corrección política.

Esta actitud respecto a la violencia de género anuncia el alineamiento de la inmensa mayoría de estas asociaciones en la denominada “guerra de los sexos”. Buena parte de sus integrantes se sientes directamente discriminados, oprimidos, perseguidos por un estado corrupto derrotado por falsos ídolos.

Lo cierto no tengo ni idea de psicología, pero sí hay en mi cabecita algunas nociones sobre la victimización en personas y colectivos. La victimización de un colectivo oprimido, es decir, un colectivo que puede estar debilitado emocionalmente, puede llevar a minusvalorar los propios recursos y a despreciar las expectativas de futuro. Mientras que la victimización de un colectivo que de hecho es privilegiado justifica la violencia y alimenta el odio contra ese colectivo que se identifica como enemigo y verdugo. Es un proceso psicológico usado secularmente por la propaganda bélica. No hay mejor forma de arremeter contra alguien que pensar que es tu verdugo. Stephen Fisher denuncia el riesgo de esa victimización de los hombres: Los perpetradores de violencia suelen verse muy a menudo como víctimas. En muchos casos la violencia de género también se justifica en una victimización.

En cierta ocasión me vi obligado a escuchar la historia que me relató un diseñador de Barcelona en la que un compañero suyo era acosado por su mujer a su llegada a casa, ella vivía “sin trabajar” ocupándose “únicamente de la casa y sus dos hijos”. “Le echaba montón de cosas en cara”… “un día se le puso a gritar toda histérica y tuvo que pegarle una hostia”. Ese tipo se había “limitado a defenderse”.

Esa rabia movilizada por el sentimiento de acoso que sufren muchos hombres divorciados puede interpretarse de forma casi inevitable dentro de un proceso de pérdida de privilegios. En el contexto de la crisis de la identidad masculina que genera la separación se dan respuestas reaccionarias y agresivas. De ahí que la defensa de derechos de las mujeres se viva como una agresión directa y se demande en muchas ocasiones que aumenten las prestaciones a hombres separados a costa de las prestaciones a mujeres. Se pide la abolición del Instituto de la Mujer –con lo bien que funciona para mantener en vereda al feminismo- y se reivindica en muchos casos la fundación de un Instituto de la Familia. Se piden casas de acogida para hombres maltratados.

La actitud beligerante que mantienen estos grupos es lo que ha llevado que en el mundo anglosajón los hombres pro-feministas los denominen con el término “Angry men’s movement”. En general suelen mantener una imagen pública de respetabilidad, a pesar de sus escarceos con asociaciones ultraconservadoras y cierto gusto por romper con lo “políticamente correcto”, de puro “transgresores” que son ellos. Pero hay algunos grupúsculos fundamentalistas que van más allá de poner en duda la violencia de género para pasar a la acción traspasar los límites de lo simbólico. Esos grupos no esconden su ideología religiosa ultraconservadora, postulan abiertamente la restauración total y la defensa del patriarcado. En el plano ideológico, actúan, según dice Stephen Fisher, como una caricatura pintoresca por radicalizada que hace aparecer a asociaciones con posturas menos explicitas como grupos moderados, cuando en realidad las implicaciones del discurso de esos grupos presuntamente moderados nos llevan sin demasiadas curvas a la negación de la violencia de género.

La existencia de esos grupúsculos de hombres fundamentalistas que acosan a mujeres divorciadas parece que afortunadamente no ha llegado al estado español. Pero sí tenemos alguna imagen muy elocuente de los sentimientos reaccionarios que despiertan las grietas del patriarcado. Ahí abajo le teneis, es John Abbott un angelito que se pasó al negro total y junto a una panda de fundamentalistas fundó Blackshirts. Sí, se llamaban igual que los fascistas italianos: Camisas Negras, y es que les iba el rollito de la uniformidad. Sus acciones se basaban en ir más allá de presionar y amenazar a sus ex-esposas individualmente para pasar a una acción solidaria de violencia colectiva contra cualquier mala mujer que se saliese del sendero del padre. Concentraciones de hasta 300 papás cabreados se plantaban ante la casa de tal o cual mujer con megáfonos y ataviados con sus señas de identidad: la camisa, el pañuelo y gorra de color negro. Pero eso de defender el patrircado con un look tan trendy, tan folklórico, provocó bastante presión social y los jueces frenaron sus acciones. Sin embargo todavía podeis leer sus ideas "pro familia"
en la red.

Bonita bandera! De diseño "transtextual", aparecen dos boomerang, en representación del matrimonio, y la Cruz del Sur, constelación que aparece en la bandera australiana.

Cuando escribía este texto he buscado asociaciones que sin tener contacto con el feminismo defendieran métodos de mediacion para resolución de conflictos, que no pusieran en duda la violencia de género, que no criminalizasen a las mujeres hablando de maltratos a niños... pero es desesperante. En muchos foros aparecen opiniones más variadas. Por un lado se caen máscaras y se ataca con violecia a las "feministas radicales", "feminazis", a "hombres anulados" -con "sindrome de Estocolmo"-, etc. Y por otro aparecen opiniones de hombres que sabían que tenía hijos antes de divorciarse, que se preocupan realmente por que crezcan en un ambiente de estabilidad y apoyo, que no entienden la custodia compartida si no hay relación cordial entre madre y padre...
Así visto de lejos es un mundillo alucinante. Si quereis vitar algunas paginillas en plan etnográfico aquí teneis algo. Pero cuidao, que podeis acabar pensando que cuatro pesetas hacen un duro y que las mujeres son muy maaaaalas.

"EL VARÓN CASTRADO" Libro de José Díaz Herrera, padre divorciado y autor de grandes obras cómo "Mitos del Nacionalismo Vasco". Calificado cómo "el libro más políticamente incorrecto de la temporada", habla de maltrato a hombres, denuncias falsas y un largo etcétera de verdades verdaderas.

APADESHI. "As. Pa. Separados de Sus Hijos". Desde la Argentina con amor. Otra forma de victimizarse: un requiem como música de fondo!
¿TIENES UNA ORDEN DE ALEJAMIENTO pero "necesitas" controlar a tu ex-mujer? ¿O quizá quieres no darle motivos para pedir una orden de alejamiento? NECESITAS UN DETECTIVE!
Si el tema os interesa más de la anecdota hay que recurrir a tipos profeministas. Aquí pongo dos textos que he fusilado bastante a la hora de escribir estos parrafuchos.

Are men evil? Reflections on the tactics and motivation of men’s rights advocates Por Stephen Fisher, Chisholm Institute of TAFE, Victoria (Australia). Edición digital de XY.

Backlash: Angry Men's Movements Michael Flood. Sociólogo australiano, especialista en el estudio de masculinidades y coordinador de la revista XY.

miércoles, 11 de abril de 2007

300: ICONOS PATRIARCALES AL SERIVCIO DEL IMPERIO.

Propaganda de calidad.
Alabar la tal película resulta complicado y vano. Complicado, pues no es más que un panfleto filofascista, con una plástica muy bella, eso si, pero un panfleto. Y vano, pues los amantes del cine de acción lobotomizado ya han ido alabando el film incluso antes de verlo, desde hace meses, cuando la Warner comenzó a echarles trailers por la red.

El ejercito espartano. Una Falanje de manzanas golden enfadadas.


La peli la vi en buena compañía tras establecer un pacto. Como nos olíamos que iba a ser durilla de digerir acordamos que podíamos hablar durante la película para criticarla, comentarla o lo que fuese menester. A ver, es una de esas pelis sobre las que cabe decir que en el cine ganan. Pero nos ahorramos las entradas. Como para pagar propaganda estamos.

Y ahí entrando en el tema nos topamos con un producto de factura exquisita. Al parecer respeta mucho el comic de Frank Miller, 300 (1998), un guionista e ilustrador de comic consolidado cuyo trabajo actual es Holy Terror, Batman!. En esta novela gráfica el murciélago con mallas se enfrenta al antiguo asalariado de la CIA Osama Ben Laden. Con estas credenciales no cuesta creer que Hollywood respete sus historias, una suerte que no disfrutó Allan Moore con su creación V de Vendetta.

Pero la ideología que destilaba el film era realmente aterradora. Desde el primer momento nos dio la impresión de estar viendo un panfleto que destripamos con menos piedad con la que los espartanos de Miller despedazaban bárbaros. Y lo guapo es que no ha sido necesario añadir casi nada al guión propuesto por el tebeo, que ya era propaganda con denominación de origen.

Haciendo amigos: El Choque de Civilizaciones.
El film deja escapar sus esencias más intimas en momentos como en el que el rey persa habla de encuentro de culturas. Es un paso de baile precioso, un juego dialéctico. Habla de encuentro de culturas cuando aparece tratando de ocupar un territorio, así ese tal entendimiento es desactivado a favor de una postura de guerra abierta, la que les mola de verdad a los espartanos, los “neocon griegos”. Se trata de una película magistralmente orientada hacia la exaltación de la guerra de occidente contra esa sucia y borrosa imagen del bárbaro oriental, moro, brutal y vete tu a saber qué cosas más! Está cargadita de ideas colonialistas. No es difícil, pues desde el siglo XIX se ha interpretado la hazaña de los 300 espartanos en las Termópilas como un hito histórico de la secular guerra de occidente contra oriente. Un tema muy interesante para los burgueses europeos allá en la época en que medraban los imperios coloniales europeos por el continente asiático. Según me decía mi profesora de griego, neoconservadora avant la lettre, “los 300 frenaron oriente y gracias a ellos las mujeres europeas no llevan velo”. Claro, la pobre había nacido tras la revolución industrial y no tenía memoria para recordar que hasta la generación de su abuela las mujeres de la mayoría de pueblos de Europa cubrían su pelo con pañuelos, toquillas, pintorescas cofias germanas, etc.

Si no habéis visto la peli leer esto tiene sentido solo a medias. Pero bueno solo diré del argumento que es una reinterpretación USAmericana de la batalla de las Termopilas. En la tal batalla un contingente de algo más de 2.000 griegos frenó temporalmente el avance de un ejército de quizá 200.000 soldados persas. Ya entonces los griegos se regodearon en la propaganda y exaltaron a los 300 fieros espartanos, los mejores combatientes del contingente, en torno a los cuales se construiría la epopeya en la que habrían frenado a varios millones de soldados persas.

Que levante la mano quien sea de una raza superior.
300 sin embargo no puede interpretarse en relación a la historia pasada, si no quizá mas a la “futura”. Es toda ella un panfleto imperialista en la que se hace un retrato de oriente cargándolo de tópicos racistas y reaccionarias visiones del mal y la perversión. Es profundamente racista. La mayoría de los persas responden a la imagen de “moro”, con tez oscura, pelo rizado, barba –mal afeitada para más inri-. Incluso en algunas escenas visten ropas propias de guerreros musulmanes del medioevo. Los guerreros espartanos sin embargo son arios, o caucásicos, o blanquitos anglosajones, mucho rubio y muchos ojos azules vamos. Un detalle supremacista que incluso Miller evitaba en su comic, en el que los espartanos son dibujados como los kuroi, las esculturas masculinas de la Grecia arcaica: tienen unos preciosos ojos almendrados y recogen su pelo ensortijado en largas rastitas. Lo retorcido del racismo hollywoodiense llega al punto de que un traidor que opera dentro de la ciudad de Esparta es un latino con la nariz aguileña… miedo da pensar que sea una imagen buscada de “enemigo interior”.

Este racismo que pinta al oriental como ser inferior tiene unas implicaciones colonialistas claras: pretende hacer moralmente sostenible la guerra y la opresión contra oriente. Los pinta como bárbaros, frente a una imagen de los espartanos que, si bien exacerba el belicismo de Esparta, dulcifica la vida politica y “conyugal” de los espartanos. Sí, las mujeres espartanas en la película son mujeres libres, o eso se empeñan en repetir constantemente para que no nos moleste ver siempre a las mujeres en su casa o junto a su hijo. Por el contrario se incluyen comentarios sobre el sometimiento de las mujeres orientales, que entroncan con el argumento colonialista de bombardear países orientales para liberar a sus mujeres. Este tópico colonialista lo vemos a diario en la tele, lo vimos en la invasión de Afganistán, pero es más viejo que la tana. Es, otra vez, en el siglo XIX cuando se generan imágenes de la mujer cautiva en el harén dominada por un déspota entregado a todo tipo de perversiones e incluso afeminado.

Hollywood no quiere homosexuales.
La Warner no podía renunciar, claro, a la homofobia. El rey persa Jerjes, interpretado por un tal Rodrigo Santoro, además de ser más malo que la tiña esta hecho una loca a la que resulta difícil no acabar teniendo simpatía. Y es que termina siendo un verdadero Drag Queen. Tiene un trono que es una carroza carnavalera llena de dorados. Muy camp todo. Y va todo él perforado por mil aritos de oro. Agh! Hay un momento estelar, una escena en la que Jerjes trata de comprar al bravucón rey Leónidas, estratega espartano. Leonidas se lo está pensando cuando Jerjes se le acerca por la espalda y le habla con voz dulce. Tras revolotear un instante, las enormes manos del persa se posan dulcemente en los hombros del yankee, digo del espartano, y con voz dulce trata de seducirlo. Pero Leonidas, atemorizado porque el persa además de corromperlo políticamente lo “corrompa moralmente” y le introduzca en el mundo de los placeres anales, se zafa del malo haciendo valer su aplomo viril. La escena es muy así: ridícula. ¿¡Acaso un persa podría enseñar a un varón griego algo sobre el sexo entre hombres!?



El Rey Jerjes (Rodrigo Santoro) trata de convencer al Rey Leonidas (Gerard Butler) de que se rinda (a sus encantos).

Las mujeres como en muchos casos se llevan ración doble: para ilustrar la corrupción moral del persa aparecen varias lesbianas disfrutando de sus cuerpos en la “jaima” que hace funciones de corte. Claro, que para evitar que más de una o uno se haga persa al ver la movidilla les desfiguran la cara con horrendas cicatrices. Pero no acaban de conseguir que nos apartemos del mal camino. Esta es otra de esas escenas ridículas en las que hechas de menos ser un poco fascista para poder entenderla en el sentido en que ha sido creada. En realidad si durante el visionado percibes todos esos mensajes que pretenden construir un “enemigo total” te dan ganas de hacerte persa de puro miedo que da la película. En la red hay más de uno a quien le ha parecido verdadera propaganda hitleriana.

Los soldados como apoteosis de la masculinidad.
Para hablar de los lustrosos soldados espartanos citaré el texto Masculinidad y Violencia, de Cristina Alsina y Laura Borràs. En una parte del texto hablan de las nuevas masculinidades que proponen algunos veteranos del Vietnam en los 70 frente a “la imagen normativizadora que tenía expresión el la integridad corpórea del soldado entrenado en un sistema violento, misógino y masculinista. La doctrina militar enseñaba a los reclutas a entender su cuerpo, capaz de matar y mutilar a otros cuerpos, como un vehículo de potencia masculina y de heroicidad. La identidad de género de los soldados era difícilmente disociable de su capacidad de acarrear muerte y desolación. Sexualidad y violencia (falo y rifle) se encontraban unidas por un vínculo metafórico insalvable. El recluta aprendía, durante la instrucción, a encarnar su identidad en un cuerpo impenetrable indestructible y total cuya arma más mortífera era su falo.” En la película todo esto se muestra hasta la saciedad con imágenes casi poéticas. Los torsos de los espartanos son tersos como la fruta fresca y apenas en ningún momento sufren ningún rasguño, cuando sufren heridas estas son mortales, no hay heridos. En dirección contraria, los bárbaros persas, muchos de ellos con los cuerpos perforados con aros y pendientes, mueren bajo las espadas espartanas siendo mutilados de las más diversas formas. Las escenas se ralentizan y las espadas hacen saltar miembros mutilados por los aires, las espadas se mueven entonces lentamente, como varitas mágicas, que hacen estallar la unidad de los cuerpos de los soldados enemigos. ¡¿Y qué decir de la metáfora arma-falo?! Como en el comic, en la peli las lanzas espartanas penetran y atraviesan cuerpos persas… el encuadre enfoca el vacío en el que irrumpen puntas de lanza al traspasar los cuerpos. El movimiento del arma culmina con una parada en seco que lanza por los aires chorritos de sangre: delicadas eyaculaciones de sangre expulsadas a la densa atmósfera del film.



Pero los soldados espartanos tienen oportunidad de ser también penetrados por las armas de sus enemigos. En el mismo texto citado aparece una referencia a un tal Michael Bibby para quien “el cuerpo del soldado herido se feminiza apuesto que su unidad se ve penetrada por balas y fragmentos de granada. […] la fragmentación del cuerpo, la mutilación y la perpetración de orificios desafían los límites de la cohesión corpórea del soldado. Éste pasa de ser el penetrador fálico de incuestionable unidad a ser el cuerpo penetrado y castrado, invirtiendo así uno de los émbolos culturales de masculinidad más anclados en el imaginario de los EEUU.” Y en la escena en que los super machos espartanos se sacrifican como buenos héroes asistimos a la manida representación del hombre apuñalado: los espartanos mueren penetrados por las espadas y flechas persas… su gesto se dulcifica, primero les abandona el macho que llevan dentro y solo después caen muertos. En un momento un espartano resiste una lanzada y saca los restos de su virilidad para continuar asestando golpes, pero otro persa le hinca la espada en el vientre y de nuevo: la virilidad abandona su rostro y después la vida abandona su cuerpo.


La verdad es que la peli podría acabar ahí. Con todos los espartanos muertos, acribillados por cientos de flechas de diseño “étnico”. Pero los héroes mueren para ser imitados. Son los que abren el camino de la guerra. Al final aparece el inicio de una gran batalla a la que nos conceden la gracia de no asistir, aunque anuncian que la victoria está cantada. Da miedo pensar que en realidad esa batalla esté por librar y los persas no sean persas, que sean iraníes.



¿QUIERES FOLLAR?

Por KIM HOUGHTON

[...]

Usualmente utilizo el sexo como una forma de evadir el tener que estar cerca de alguien. Me encanta el sexo, del cual obtengo mucha excitación y conocimiento de mi mismo y de mi pareja. A veces parece que hay una gran apertura y vulnerabilidad. Me gusta la escena inicial de una película llamada "Betty Blue", en la que una pareja está haciendo el amor y ambos se ven muy íntimos pero también totalmente separados, cada quien en su propio mundo.

Creo que tiendo a querer tener sexo cuando me siento atemorizado de esa cercanía, o de haberme perdido en ella. Como hombres, tendemos a no tener ideas muy claras de lo que significa simplemente estar cerca de alguien, tener una auténtica intimidad con esa persona. Es mucho más ácil ser sexuales, y a menudo terminamos en eso. Aparentemente, es muy difícil quedarnos en la mera cercanía, y ser sexuales es un terreno más seguro. Sé que el sexo en sí es muy satisfactorio, pero a veces me pregunto si no habrá algo más de lo que me esté perdiendo. Y deseando sacarle el jugo a la vida, no quiero perderme de nada y a menudo me masturbo cuando estoy solo y cuando me siento solo. Sé que el ser sexual conmigo mismo es una forma muy satisfactoria de pasarla bien y de reprimir otros sentimientos. Algunos de mis sentimientos más atemorizantes tienen que ver con estar realmente solo. Entonces, aunque sé que en realidad no lo estoy, una vez que esos sentimientos empiezan a aparecer, a menudo quiero masturbarme, aunque inconscientemente sólo sea para alejar el temor. Y funciona.

A mí -- al igual que a muchos hombres que conozco -- me resulta especialmente difícil sentirme cómodo con los confusos sentimientos de la intimidad. Es algo muy atemorizante; algo que no se estimula en el jardín de juegos, en el trabajo, en la guerra, en el juego. Creo, sin embargo, que debería haber una forma de manejar ese temor, sin el cual las cosas serían mucho menos tensas. Me parece que una forma adecuada es seguir haciéndome preguntas y dándome opciones a mí mismo y a mi pareja -- no sólo una vez, sino constantemente: ¿Realmente quiero hacer esto? ¿Es este un momento en el que yo escojo ser sexual? ¿O talvez sólo quiero ser un poco seductor? ¿En realidad quiero tener relaciones sexuales o sólo me gustaría acariciar y ser acariciado por un tiempo?



La vida afectiva de los machos de Gorgojo de la Patata es un cúmulo de frustraciones,
solo piensan en meterla.

Preguntas difíciles, pero las respuestas vienen rápidamente (¡como yo también puedo hacerlo!). Los sentimientos quizás sean muy fuertes, pero los pensamientos pueden ser muy diferentes. Lo menos que puedo hacer es preguntarme qué es adecuado en cierto momento y, si es necesario, hablar después sobre ello. Si puedo hacer eso, es un buen comienzo para una relación que posiblemente pudiera incluir el sexo.


Traducción: Laura E. Asturias
Título original: "Want to fuck?"
PUblicado en Revista XY: men, sex, politics, 1(2), Otoño de 1991
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El articulo lo he sacado de la página de "Hombres por la Igualdad", una página con textos muy diversos y muy interesante por las reflexiones sobre la masculinidad que aporta.

jueves, 8 de marzo de 2007

MASCULINIDAD Y PODER: EL PATRIARCADO

Extracto de un texto académico elaborado en un principio por Idsa. E. Alegría-Ortega y Eduardo J. Rivera-Medina. El texto es una introducción a la obra de varias autoras y autores “Género y poder: Vida cotidiana y masculinidades”. Este texto fue publicado en la Review Essay Centro Journal, VOLUME XVII, NUMBER 2.En los ensayos de investigación de ciencias sociales antes de entrar en el estudio concreto se contextualiza hablando del estado de la cuestión para centrar un poco los conceptos que han servido como marco al estudio. Aquí he encontrado una introducción a los conceptos relativos al patriarcado que me viene que ni pintada para este blog!

Género.
El termino “género” provee una visión más amplia sobre cuales son las expectativas y responsabilidades de los hombres y las mujeres en la sociedad, pero también nos habla de cómo se distribuye el poder. El género se refiere a la construcción social de los roles sociales, y por tanto, define lo que es ser hombre o mujer en el contexto de la cultura especifica. El sexo, por su parte, es el referente de las diferencias biológicas entre las personas. Los roles de género de penden de la cultura y están atravesados por factores como la raza, la edad y la clase social de los individuos en cuestión. Por lo tanto, las feminidades y masculinidades no son una “condición natural” al ser humano. Las investigaciones sociales contemporáneas sobre las masculinidades y las feminidades muestran una amplia gama de posibilidades de ser hombre y de ser mujer. […] Joan Scott “… los conceptos de género estructuran la percepción y la organización concreta y simbólica de toda la vida social”.

Poder.
La forma en que se distribuye y se ejerce el poder en la sociedad está mediada, entre otras características, por la raza, la clase social, la orientación sexual y el género. En este ensayo nos referimos particularmente al poder de género, es decir, al dominio y subordinación de los hombres sobre las mujeres y sobre otros hombres considerados débiles u homosexuales. Esta relación de poder se expresa tanto en el plano público como en el privado de la sociedad en cuestión, de forma que es prácticamente imposible hablar de los hombres y de la masculinidad sin referirnos al poder.

El poder y sus usos es una de las características aprendidas por los hombres como inherentes a su masculinidad. Desde muy temprana edad a los niños se les enseña y se les exige ser dominantes, decididos, controladores; se les solicita actuar de forma independiente y a no expresar sus sentimientos más tiernos, lo cual es una expresión del modelo hegemónico de masculinidad. La socialización de género hace que los hombres aprendan sobre el poder y lo ejerzan como un derecho inherente a su masculinidad.

En la sociedad, como resultado de las atribuciones de poder, es decir, mediante la autoridad y el control, los hombres determinan las responsabilidades y deberes de las mujeres y de otros hombres, considerados débiles, afeminado u homosexuales. […] En la vida familiar o espacio privado, al hombre se le asigna el rol de proveedor, por tanto de sostén económico de la familia. Esto le permite atribuirse unos comportamientos particulares y ejercer el poder en el interior de su familia como un derecho y responsabilidad primordial. A las mujeres se les asigna la responsabilidad de la reproducción, la procreación y el cuidado de los niños, en un rol de subordinación al patriarca familiar a y a su poder. En el espacio público el hombre domina las instituciones políticas y económicas, ejerciendo su autoridad y control en el ámbito del poder social.

La dominación masculina de ambas esferas se denomina patriarcado. Esta es un estructura que todavía persiste a pesar de las fisuras que pueda representar el aumento de mujeres educadas en diferentes profesiones, en el mercado de empleo y de mujeres jefas de familia. A lo que habría que añadir los derechos adquiridos por las mujeres durante el último cuarto del siglo XX. No obstante, el ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres […] no es algo monolítico […] los hombres no son un grupo homogéneo y, por tanto, no todos los hombres son igualmente poderosos. […] Hay que diferenciar entre el poder institucional y la experiencia subjetiva de poder, ya que el poder es fluido, dándose circunstancias en la que los hombres no se sienten o no son poderosos. El poder es un elemento de la estructura y la organización social, lo que Focault (1979) llama micropoder porque no se posee, sino que se ejerce. El poder se ejerce sobre aquellos considerados débiles, como las mujeres o los homosexuales. En fin, se ejerce el poder porque se poseen ventajas y privilegios sobre otras personas en la sociedad, aunque esas experiencias de poder sean contradictorias.